
La tierra que me engendró,
en su regazo mi sangre.
La tierra me pide,
me llama,
me exige.
me alumbra
¡Madre Tierra!
Voy despedido,
sangrante, herido.
El corazón roto,
la mirada perdida.
el grito ahogado en la garganta.
Pero el inkarri
se recompone en el subsuelo,
y su voz se alza,
su amanecer se vislumbra.
El vuelo del condor lo preside,
renaceré de mis cenizas,
en las montañas de mi ser profundo
Y tú, mujer, mujer...
mujer de mi pueblo,
cuanto sabes de mi
como cuidas y sanas mis heridas,
Al llegar,
confieso,
he vivido,
he amado,
he caido... y vuelvo a levantarme