lunes, 15 de diciembre de 2014

No te cansas de sorprenderme...




Llega de día,
llega de noche. 
Se le espera por la puerta, 
llega por la ventana. 
Le buscamos con alegría, 
llega con su cruz. 
Estamos de guardia, 
nos llama desde dentro. 
Rastreamos huellas, 
llega por senderos nuevos. 
Llega en la abundancia 
y más todavía en la pobreza. 
Llega cuando triunfamos 
y nos acompaña en los fracasos.  


Llega cuando es deseado
y se presenta cuando no se le espera. 
Llega en el silencio 
y en el áspero y abrasador viento. 
Llega también en la multitud y el ruido. 
Llega para dormirnos 
y para despertarnos. 

Llega a través de todas las vidas 
que encontramos 
a lo largo del día 
en nuestro camino.
 Llega en el desierto 
de manantiales inciertos, 
en las estepas de desconocidos pozos, 
en los bosques frondosos 
en que nos perdemos, 
en las altas cumbres que hollamos, 
y en los valles que nos dan vértigo. 


Llega a cada instante. 
Llega en cada lugar. 
Allí donde estamos, está. 
Fiel a su palabra 
ya está esperándonos. 
Porque Él es...
quien siempre está viniendo...

A propósito de  Navidad, encontré este escrito preciosos


martes, 2 de diciembre de 2014

Cuando la lluvia te acaricia a través de la ventana

Sé que me esperas cuando cae la lluvia;
sé que tus ojos sueñan mi llegada,
cuando corro,
cuando vuelo,
cuando voy hacia ti.
Sé que en ti tengo mi casa,
mi nido, mi refugio;
alli, sosegado, me encuentro
como de verdad soy.

Sé que no te cansas de esperarme,
porque ya naciste con mi clave de sol.

Sé que me esperas cuando cae la lluvia,
cuando no cesa,
cuando refresca tus campos.
tu tierra, que es también mia,
lluvia que apacigua tu alma inquieta.

Sé que me intuyes, me adivinas,
me inquietas...
Sé que me renuevas como la lluvia
que escuchas por tu ventana.
Y mi silencio y mi palabra
te cuentan lo mismo.

Se que me estás queriendo
cuando cae la lluvia
y la escuchas por tu ventana.