domingo, 27 de marzo de 2011

Ay, dolor.



Cuando llegaste
hiciste saltar
todas mis alarmas.
Quise rechazarte,
neutralizarte,
bloquearte,
impedirte.
Alejarme de ti.
Me urgía el alma
que desaparecieras.

Te conocía muy poco,
no te tomaba en serio.
Me has hecho detenerme,
me has obligado a parar;
replanteármelo todo.
Que poder tienes,
y en realidad
es el poder que te doy.

Me debilitas,
me vulneras,
me retuerzo,
me exaspero,
a punto de enloquecer.

Dominas las horas,
irrumpes cuando te da la gana,
siento que juegas conmigo.
Cómo cambia todo
cuando desapareces,
Eres un prisma existencial.

Me preguntaba
¿por qué tu?
o tal vez ¿por qué yo?
Pero la pregunta,
la correcta
es tal vez,
¿para que has venido?
¿por qué te he llamado?

No sé si te quedarás,
si amenazaras mi vida entera,
pero creo que estoy aprendiendo
lo que tu presencia
revela de mi mismo.